martes, 28 de octubre de 2014

Casi dos meses de Guardería - Parte II: Proceso de adaptación y final

Entonces estábamos en que finalmente decidimos que Albita podría ir a una guarde. Así que como en todo este tipo de cosas hay plazos, me di una primera tregua: "Solicitaré plaza, y como el año escolar empieza en Octubre, ya veremos cómo se va desarrollando, y siempre podré retirarla si no estamos a gusto"

Así que empezamos con lo primero: ¿A que guarde irá? ¿Cual le toca y cual es mejor?. Cuento corto, no quedó en la que nos parecía que era la más idónea para ella. Una guarde con una educación más libre, más "natural", sin fichas, etc. Y empezaron más dudas sobre ello, ¿estaremos haciendo bien?

Me preocupaba que no se adaptara, que llorara, que no le "enseñaran/educaran" como lo haría yo en casa. Mis preguntas eran:

-¿Si hay una disputa entre los nenes, que actitud tendrá la profesora? ¿Se pondrá a la altura de los niños y se tomará 2 minutos para escuchar, y explicarles?

-¿Y si llora y no la toman en cuenta?

-Mi hija come muy poco, ¿la obligarán a comer?

-Ella es muy segura de si misma ¿la cohibirán diciéndole "no", "no hagas eso"?

Que rollo tenía en mi cabeza!!! Había días que me embargaba la angustia y se me caían las lágrimas. ¡¡¡Mi chiki enfrenándose al mundo!!! Y sin su madre!! (y aún no entraba a la guarde!!!)


Finalmente quedó en la guardería segunda opción. Al principio muy escéptica, la visité varias veces; muchos conocidos y amigos nos daban buenas referencias de ella, pero aquí venía la...

Segunda tregua: Le doy un mes máximo a ver si se adapta y si nos gusta la guarde. Sino, siempre la puedo retirar.

Y aquí viene la siguiente parte: ¡Aluciné como se adaptó de rápido!


¿Como fue el primer día de guarde?.

Sin darnos cuenta ya era 8 de Septiembre, primer día de guarde. Aunque el año no empezaba hasta Octubre, los nenes ya podían ir de manera irregular y pasar por toda la etapa del famoso "proceso de adaptación" 

Desde semanas antes te íbamos comentando que irías a la guarde. Ya lo conocías, porque íbamos juntas cuando estábamos haciendo la matrícula. Te comentábamos que por mientras que papá y mamá tendrían que trabajar, una "mamá"te iba a cuidar (ella reconoce como mamá a cualquier mujer, y papá a cualquier hombre). Que sería por poco tiempo, y que siempre llegaríamos a buscarte. Por mientras sólo irías a jugar.


Cada vez que pasábamos fuera de la guarde, decías "¿nenes?"- Si, si, ahí irás a jugar muy pronto.
Y llegó ese día.

Ese día estaba muy nerviosa porque yo también me presentaba a un examen, a mi propia batalla personal, a mi propio enfrentamiento de la realidad. Y tu, prácticamente en la misma situación, enfrentarte a algo nuevo, buscando entre tus medios para poder "estar", descubriéndote en situaciones diferentes. 

Entramos a la sala, te presentamos a la profe, y miraste a tu alrededor con mucha curiosidad. Te teníamos en brazos; recuerdo que sentía tu fuerza en mi cuello, casi tiritando como un perrito asustado. En ciertos momentos me dieron ganas de llorar, pero no podía hacerlo. No podíamos demostrarte que algo malo estaba pasando. Te paseé por la sala reconociendo juntas donde estaban los juguetes, donde estaba tu percha, las mesas, el baño, y te iba explicando y recordando lo que iba a pasar: mamá y papá tenían que trabajar, y solo te quedarías un tiempo con la profesora que cuidaría de ti.

Creo firmemente que siempre, y desde bebés aunque creamos que no nos entienden, hay que explicarle todo a los niños, con la verdad, aunque más de la mitad de las palabras no las conozcan, Pero si que saben interpretar los sonidos, el tono de la voz, los gestos de la cara, la fuerza del cuerpo. Todas estas herramientas de comunicación las saben interpretar. Así que aunque no me entendiera (aunque creo que si) lo que le estaba explicando, no quería que ese momento fuera como muchos padres hacen, incluso que te recomiendan: "tu déjala, si llora no importa, no mires para atrás, hay que hacerlo lo más rápido posible".

¿El que te explicara lo que estaba pasando sirvió para que no lloraras mientras se acercaba el momento de la despedida o mientras que nos íbamos? No, claro que no, porque seguía siendo una separación. Pero si estoy segura que sabías que no te estábamos abandonando, sabías que en algún momento llegaríamos, y volveríamos a por ti.

Y me lo hiciste saber cuando te dije "hija, me tengo que ir a trabajar (palabra clave), tu te quedas con tu profesora", y tu me respondiste dándome un beso de despedida (entre lloros) y te dejaste llevar a los brazos de su profesora. No hubo ninguna resistencia, ningún escándalo. Me fui tranquila porque sabía que sabrías llevar esa situación, sacarías la seguridad que hay en ti para afrontar esta nueva etapa.

El famoso proceso de adaptación ni lo sentimos. Desde el primer día me comentaron que estuviste muy bien, que el llanto pasó a penas salí del lugar, que jugaste y "que eras una niña muy ágil". Salí contenta; me recibiste con un gran abrazo y feliz.

El segundo día fue más o menos igual: un poco de lloro al dejarte, aunque sin resistencia, y cuando te iba a buscar, una alegría inmensa. Y así durante esa primera semana.

Pero la segunda semana fue distinto. No lloraste más. Entrabas por la puerta, dejábamos tus cosas, y ala! adiás mamá!!! Y yo me iba tranquila sabiendo que estabas muy bien.

Ambas compartimos más por las tardes, me cuentas en tu lenguaje lo que ha pasado durante el día. Me percato de cosas que has aprendido en la guarde, algunas que no me gustan mucho como que estuviste una semana sacándome la lengua cuando no te gustaba algo!!!, (pero lo solucionamos muy bien), y otras muy buenas, como cuando me dices que el cielo está arriba.

Me llenas de orgullo cuando te veo crecer, cuando veo el progreso que hay en ti, en sutilezas, pero que son grandes.

Te amo muchísimo chiki!


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